CULTURA CARIBE
LOCALIZACIÓN
Ésta es una de las familias indígenas más
extendidas en América y las más numerosas que encontraron los españoles.
Ocupaban las Islas Antillas, toda la costa del Mar Caribe en Colombia,
Venezuela y las Guayanas y gran parte de los Llanos Orientales, a donde habían
penetrado por el Orinoco. Estaban establecidas en el interior de Colombia en
los valles de los ríos Magdalena, Cauca, Sinu, San Jorge y Atrato que
probablemente les habían servido como vías de penetración.
No
formaban un solo pueblo, sino que se agrupaban en tribus, más o menos
numerosas, y con una organización política independiente. Muchas veces, grupos
de la misma familia eran enemigos entre si. El parentesco lo han determinado
los antropologos y etnologos, por rasgos comunes de confirmación física,
lenguaje semejante, costumbres parecidas y organización social equivalente.
En Colombia las principales tribus
pertenecientes a la familia Caribe, son las siguientes: Urabaes, Sinues,
Calamares, Bondas, Turbacos, Cocinas, en la costa Atlántica; Motilones, en la
Serranía de Perijá; Muzos, Panches, Calimas y Pijaos, en las correspondientes a
los actuales departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Huila, Caldas,
Risaralda y Quindío; Quimbayas, Chamíes en Caldas, Risaralda y Quindío; los
Catíos en Antioquia; los Chocoes en el Chocó y los Calimas en el Valle del
Cauca.
PROCEDENCIA
No hay acuerdo sobre la verdadera procedencia
de estos indios pues mientras unos investigadores afirman que llegaron a las
costas de Suramérica procedentes de Florida o a través de las Antillas, otros
aseguran que son originarios de la zona situada entre los ríos Tapajoz y Xingú,
en el Brasil, de donde emigraron hacia el norte, bordeando la costa, o hacia el
occidente, aprovechando los ríos para su penetración al interior.
ASPECTO FÍSICO
Los indios caribes eran altos de cuerpo, bien
formados, musculosos y elegantes. Tenían cara ancha con pómulos salientes,
nariz larga, fina y aguileña. Tenían costumbre de deformarse el cráneo,
mediante la aplicación de tablillas fuertemente atadas a la cabeza de los
recién nacidos. Algunos lograban doble deformación colocando entre las
tablillas sujetas al frontal y al occipital, una madera redonda atada
paralelamente a ellas.
Por medio de ligaduras en brazos y piernas se
deformaban esos miembros, quizás con el pronóstico de adquirir un aspecto de
ferocidad, que consideraban muy útil para la guerra. “Es una raza diferente de
los demás indios, tanto por su inteligencia como por su robustez, estatura y
proporcionadas formas. En ninguna parte de América se han visto hombres más
altos. Se diferencian también por la regularidad de sus facciones: sus ojos
anunciaban inteligencia y costumbre de reflexionar; de grabes maneras, de
facciones nobles, dance aires de importancia y con su compostura y modales
desdeñosos revelan su superioridad”.
VESTIDOS Y ADORNOS
Varían mucho los vestidos de los caribes, de
acuerdo con las tribus y con las regiones que ocupaban. Por regla general no
dedicaron gran atención a este aspecto de su atuendo personal. Los que vivían
en tierras calientes permanecían casi desnudos, cubriéndose solamente con un
guayuco o taparrabo que sujetaban a la cintura por medio de una cuerda; las
mujeres empleaban una especie de túnica ligera que colgaba desde los hombros.
En cambio, eran muy dados a los adornos.
Usaban orejeras de madera que pendían alrededor de los pabellones; alrededor
del cuello usaban gargantillas hechas de conchas con dientes de animales o de
personas; algunas usaban gorras de plumas de diversos colores o de piel de
venado. Cuando asistían a la guerra, se ponían altos penachos de plumas.
Acostumbraban pintarse el cuerpo y la cara,
haciendo dibujos con tintes vegetales para los que preferían los colores negro
y rojo. En algunas tribus existía el uso de tintura negra en los dientes para
evitar las caries.
El oro, que trabajaban con primor, empleaban
en gran parte, en confeccionar zarcillos, pulseras, ojarcas, pectorales,
diademas y narigueras.
PRINCIPALES
OCUPACIONES
LA GUERRA:
Como principales ocupaciones se pueden
señalar la guerra y el comercio. Los caribes fueron un pueblo esencialmente
guerreros valerosos y audaz. Fueron ellos quienes debieron enfrentarse a los
conquistadores españoles y les presentaron la más tenaz resistencia. Algunos
grupos no pudieron ser dominados por los europeos y fueron aniquilados, como en
el caso de los Pijaos. Algunos los juzgan los más valientes guerreros de
América. Consideraban deshonroso manifestar el dolor; elegían sus caciques como
premio al valor y ferocidad, acreditados en la guerra y les ratificaban el
cargo cuando los caudillos se ponían a prueba de sufrimiento, dolor, estoicismo
y entereza de ánimo.
Sus armas eran arcos, flechas macanas,
dardos, cerbatanas y hachas de sílice u obsidiana. Acostumbraban envenenar las
flechas y los dardos, de diferentes maneras: bien con el curare, de efectos
rápidos y mortales o con venenos de acción lenta, que permitían reducir al
enemigo a la impotencia.
También usaban flechas incendiaras.
Las tribus costeras poseían flotas de
piraguas, hechas de troncos gigantes. Algunas tenían capacidad hasta para cien
guerreros.
Con estas embarcaciones emprendían largos
viajes, pues los caribes fueron los navegantes más osados del Nuevo Mundo.
Estos viajes tenían frecuentemente fines comerciales, pero la mayoría eran
expediciones guerreras.
Cuando una tribu declaraba la guerra a otra,
buscaba el apoyo de grupos aliados. Para obtener la efectividad de la alianza,
los belicosos llegaban hasta las aldeas de
los amigos y ponían una flecha clavada en un árbol vecino a la casa en
donde viviera el jefe. Esta señal se contestaba llevando el ejército armado
hasta el puerto en donde debería efectuar el embarque.
Las costumbres guerreras de los caribes eran
feroces. Tenían la idea de que comiendo la carne del enemigo valiente o
inteligente, las cualidades de la víctima se heredaban. Por tal razón,
encerraban a los prisioneros de guerra en jaulas especiales y los engordaban
para comerlos en la oportunidad señalada por los oráculos.
Estas costumbres hicieron que se les diera el
calificativo de antropófagos.
También acostumbraban someter al martirio a
algunos de los cautivos, especialmente cuando la tribu vencida había hecho
resistencia excepcional. Esto con el fin de sentar precedente entre las demás.
Entre los caribes no podía declararse la guerra
en un pueblo sin haber cumplido ciertas formalidades principales. En primer
lugar era preciso convocar el Consejo de Mohanes (sacerdotes), para que ellos
dieran los augurios. Lo hacían por medio del fuego, del vuelo de las aves o por
los sueños de los arúspices, después de haberse emborrachado con brebajes
especiales. Solamente después de haber obtenido una predicción favorable, se podía
emprender cualquier expedición bélica. En segundo lugar, ningún pueblo podía ser
hostilizado intempestivamente, sin haberle hecho conocer los motivos de injuria
u ofensa que obligaban a declarar las hostilidades. Si el mensajero enviado recibía
satisfacciones aceptables para la tribu, no había agresión; en caso contrario,
se iniciaban los combates.
La terminación de una guerra o las victorias
parciales se celebraban con grandes borracheras.
En algunas tribus se exigía responsabilidad a
los mohanes por sus predicciones; cuando una batalla se perdía a pesar de haber
anunciado la victoria, el mago pagaba con su vida el yerro.
EL COMERCIO:
Los caribes fueron un pueblo mercantil; con
alto grado de desarrollo. No solamente comerciaban con las tribus vecinas, sino
que hacían transacciones con pueblos distantes. Los costeños pescaban perlas y recogían
caracoles y conchas de diferentes clases o preparaban sal, por evaporación del
agua del mar. Estos artículos servían de base para trueque por pieles de
animales, plumas, mantas, artículos alimenticios y otros. Los caribes obtuvieron
por medio de permutas con tribus del interior, grandes cantidades de oro, y
mantas de algodón, a cambio de caracoles, plantas medicinales, pieles de
caimanes y otros artículos.
Los caribes del interior (Panches, Pijaos, Quimbayas,
etc.) tenían ferias establecidas para los intercambios comerciales.
LA AGRICULTURA:
La mayor parte de las tribus caribes
habitaron territorio colombiano, fueron agricultores. Sembraban grandes extensiones
de maíz, yuca, ñame, frijol, frutales, tomate, ají, calabaza, ahuyamas, piña,
zapote y almendras, elementos que eran a base de la alimentación. Otros sembraban
algodón o fique, para tejer o para cambiar con tribus tejedoras.
La alimentación se basaba en los productos agrícolas,
siendo el más aprovechado el maíz en sopas, arepas, bollos y la chicha. Complementaban
la comida con carne que obtenían de la caza y de la pesca o de los animales domésticos.
El ají era condimento más apropiado y lo cultivaban cuidadosamente.
ORFEBRIRÍA:
Casi todas las tribus de la familia caribe
trabajaron muy hábilmente el oro y fabricaron figuras de las más variadas
clases. Algunos, como los sinúes,
hicieron ídolos de oro, de gran tamaño, macizos, o con láminas delgadas que cubrían
una escultura hecha en madrea. En la población de ciguapa, los soldados de don
Pedro Heredia encontraron dentro de una tumba, un puercoespín de oro macizo,
que peso cinco arrobas. En otros casos, el trabajo del oro0 fue fino y artístico,
como el realizado `por los Quimbayas y los Calimas.
LA CERÁMICA:
No todas las tribus de esta familia se
destacaron como alfareros. Solamente unas pocas trabajaron el barro con esmero
y de acuerdo con las técnicas avanzadas. La mayor parte de los grupos caribes
se dedicaron a confeccionar los utensilios de cocina indispensables, con la
mayor sencillez: ollas, múcaras, platos sin decoración o con una sumamente
elemental. Hay, sin embargo, notables excepciones como la cerámica de los
Quimbayas, verdaderos modelos de arte y de técnica.
RELIGIÓN:
Adoraban el sol, la luna, las estrellas y
algunas de las fuerzas de la naturaleza; cada uno de los dioses le atribuían patronato
en relación con la guerra, la agricultura, la caza, la pesca, las estaciones y demás
aspectos de la vida.
Tenían veneración por los muertos, que
enterraban en sepulturas cavadas en la tierra, con oro, comida, armas y todas
aquellas cosas que el difunto pudiera necesitar para el viaje a la eternidad. En
algunas tribus el entierro se efectuaba dentro de la misma casa que hubiera
habitado; en otras las sepulturas se abrían en lugares cercanos o en
cementerios. Sobre la tumba hacían un montículo de tierra y sobre este
sembraban árboles.
Cuando una persona moría, el mohán, como se
llamaba el sacerdote, o piache, como lo denominaban otros, tenían que hacer
algunas ceremonias mágicas, acompañadas de danzas y de músicas fúnebres, para alejar
los malos espíritus y evitar que transmitieran a los vivos los males que habían
ocasionado la muerte al difunto.
Los mohanes o piaches tenían gran influencia
entre los Caribes. Ellos eran al mismo tiempo los magos y los médicos. Conocían
por tradición las virtudes curativas de ciertas plantas y las aplicaban para
las enfermedades. Sabían, por ejemplo, suministrar la leche de higuerón para
expulsar parásitos intestinales; la caraña, para las enfermedades reumáticas y
para las afecciones bronquiales; otras para los trastornos digestivos y así
para las demás dolencias. Atendían las fracturas de huesos sometiendo el
miembro fracturado a la inmovilidad, después de entablillarlo con tablillas de bambú
o maguey.
En otros casos se limitaban a practicar ritos
como el de echar humo de tabaco o tabaco masticado en la parte adolorida del
enfermo o en la cabeza, cuando se trataba de enfermedades mentales, a las que atribuían
origen diabólico.
Acostumbraban hacer entierros secundarios. Esto
ocurría cuando el difunto había permanecido algún tiempo en la tumba, y por
consiguiente, ya no quedaban si no los huesos limpios, que colocaban en urnas
de barro cocido y los volvían a enterrar. La fabricación de estas urnas
funerarias era actividad de casi todas las tribus.
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