viernes, 6 de junio de 2014

CULTURA AGUSTINIANA Y TIERRADENTRO

CULTURA AGUSTINIANA

En el año de 1808, el sabio Francisco José de Caldas público, en el seminario del Nuevo Reino de Granada, una interesante información sobre la visita que hizo al sur del actual departamento del Huila, durante la cual descubrió grandes monumentos de piedra, dejados por antiguos habitantes, de quienes se había perdido el recuerdo, aun antes de la conquista española.

Posteriormente otros viajeros nacionales extranjeros, explotaron el lugar y publicaron relatos acerca de las esculturas megalíticas encontradas en San Agustín. 

LOCALIZACIÓN

El territorio ocupado por los creadores de la cultura llamada de San Agustín, está situado al suroeste de Colombia, en el nudo que forma la Cordillera de los Andes, al dividirse los ramales. La ciudad de San Agustín ha dado su nombre a la región.

LOS MONUMENTOS

En una extensión de varios kilómetros cuadrados, se encuentran dispersas multitud de estatuas de piedra, algunas de ellas gigantescas, con representaciones antropomorfas y zoomorfas. También hay numerosos santuarios formados por hileras de piedras enterradas verticalmente y paralelas unas a otras, sobre las cuales descansan, a manera de techo, grandes losas. Ne se sabe si, intencionalmente o por acción del tiempo, estos santuarios fueron cubiertos por tierra, formando montículos artificiales.

En algunos lugares, bajo el lecho rocoso de las quebradas, construyeron fuentes decoradas con motivos geométricos y zoomorfos. Una de las más notables es la llamada Fuente de lava patas, constituida por una serie de piscinas a las que llega el agua por una red de canales artificiales. En el piso y en las paredes de estas albercas hay multitud de grabados, en piedra, de serpientes, ranas, lagartijas, ardillas, cabezas humanas y complicadas figuras geométricas.

ASPECTO FÍSICO, VESTIDOS. ADORNOS, ARMAS E INSTRUMENTOS

Gracias a los descubrimientos de algunas tumbas con restos humanos, se puede hacer una descripción más o menos acertada sobre el pueblo de escultores que vivió en la alta meseta agustiniana, según estudios basados en las pruebas del carbono 14 y del flúor activo, desde el siglo XV a.c hasta el siglo XII de nuestra era.

Los agustinianos eran hombres de estatura regular, más bien altos y de complexión extraordinariamente fuerte; de cráneo braquicéfalo, pómulos salientes, frente dispareja y dientes fuertes y parejos.

Usaban vestidos de formas diversas. En algunas figuras femeninas se encuentran faldas cortas sujetas con un cinturón; en otros casos las faldillas son cortas, no alcanzan a cubrir las rodillas y quedan abiertas de medio lado; en otras ocasiones solo se vestían con delantales pendientes de la cintura.

Los hombres usaban un taparrabo que pasaba por entre las piernas, el cual se sostenía de un ancho cinturón. La parte superior del tronco aparece desnuda o cubierta parcialmente con pectorales, pulseras y collares.

CULTURA DE TIERRADENTRO

Al norte de San Agustín, ya sobre el flanco occidental de la Cordillera Central, se han encontrado muestras de la existencia de una antigua cultura indígena, también desconocida hasta hace poco. Los hallazgos se han hecho en el territorio llamado Tierradentro ósea la hoya del rio Páez hasta el Nevado del Huila y los ríos Plata y Negro. Esta zona abarca parte de la región limítrofe de los actuales departamentos del Cauca y Huila.

LOS HALLAZGOS

La manifestación cultual más característica es la construcción de templos y necrópolis subterráneos, pero también se encuentra una estatuaria de piedra, de proporciones enormes, muy parecida en su concepción y en la forma de realizarla, a la de San Agustín, lo que permite suponer que entre estas dos culturas hay un estrecho parentesco.

Esta última suposición se afianza en el descubrimiento de nuevas muestras de arte semejantes, hecho en el mismo ramal de la cordillera de los Andes, en Moscopán, muy cerca geográficamente de las otras dos.

Los templos son grandes cavernas abiertas artificialmente dentro de las rocas, con base circular o elipsoidal, columnas laterales, destinadas a sostener la bóveda y a separar los nichos en que se halla dividida la cripta. Su dimensión mayor mide cerca de cinco metros y su altura apenas sobrepasa los dos metros. Adosadas a las paredes hay columnas salientes, a veces con figuras antropomorfas. Están decoradas con figuras geométricas perfectamente romboidales. Rojo negro y blanco.

COMPARACION DE LAS CULTURAS CHIBCHA, CARIBE Y ARAWAC

Los grupos de las tres familias indígenas principales se instalaron así: los chibchas en las partes altas de las cordilleras; los Guanes, Paeces, Guambianos,  Arahuacos y otros prefirieron asentarse en las Cordilleras Central, Oriental y en la Sierra Nevada de Santa Marta. Se podría exceptuar a los Cunas, establecidos en el golfo de Urabá. Como pueblos sedentarios tuvieron por ocupación principal la agricultura, la cerámica, la orfebrería, el comercio y la manufactura textil. Los descubrimientos hechos últimamente muestran que comenzaban a trabajar la piedra con fines práctico, como la construcción de caminos o para obras de arte, como la estatuaria.

Intelectualmente el pueblo chibcha había alcanzado un desarrollo notable. Sus conceptos religiosos, su mitología al a concepción moral que los hizo implantar leyes basadas en principios éticos, y la rigidez con que las defendían, son prueba de la superioridad de este pueblo. De suerte que se puede colocar la cultura chibcha entre las primeras de nuestro continente.

Los caribes seguían su tendencia al nomadismo, pero se ubicaron preferentemente en la costa del Atlántico  y a lo largo de los ríos Magdalena y Cauca y en los valles correspondientes. Los Caribes fueron un pueblo esencialmente guerrero y mercantil. Además, muy buenos navegantes. No obstante, algunos grupos, como los Quimbayas, Catíos y Calimas, estaban pasando ya al sedentarismo y se ocupaban en la agricultura, la orfebrería y la cerámica, en lo que llegaron a ser verdaderos maestros.

El grupo de los Arawacs solo había desarrollado una cultura inferior en lo que respecta a la organización político-social y a las normas religiosas. Sus ocupaciones principales fueron la caza, la pesca y la agricultura. Su arquitectura supero a la de las culturas precedentes.

Las culturas Agustiniana y de Tierradentro eran desconocidas hasta hace poco. Por ello resulta difícil establecer un paralelo con las demás. Hay que tener en cuenta que cuando Colon llego a América hace muchos siglos que los indígenas de San Agustín habían desaparecido y que los investigadores han descubierto cierto parentesco ente la cultura Agustiniana y Tierradentro.

GRUPOS INDIGENAS SOBREVIVIENTES: SUS CONDICIONES DE VIDA

En la época de la conquista de nuestro territorio por parte de los españoles, la población indígena era bastante numerosa, pero en los últimos cinco siglos ha disminuido notablemente. En efecto, actualmente habitan en Colombia unos 300. 000 indios de raza pura, que representan menos del 1,5% de la población total.

Esta disminución se explica por la aniquilación sistemática de indígenas que hicieron algunos conquistadores exageradamente crueles  y porque no pocos sucumbieron al contagio de enfermedades que portaban  los ibéricos, contra las cuales carecían de defensas. Además, muchos grupos de indígenas perecieron en la lucha desigual por defender sus dominios y otro no pudieron resistir los fuertes trabajos a que los sometieron sus conquistadores.

Las tribus que actualmente ocupan nuestro territorio son: Huitotos, Sibundoyes, Coreguajes e Inganos en las faldas de la Cordillera Oriental; los Kofanes, Sionas, Macaguajes, Tucanos, Ticunas, Guananos, Piraves y otros que habitan la parte plan de la Amazonia; Sálivas, Guayaberos, Piapocos, Achaguas, Cuibas, Tunebos, Guahibos, en los Llanos Orientales; los Motilones, en la hoya del Catatumbo; los Arhuacos, en la Sierra Nevada de Santa Marta; los Guajiros, en la península de la Guajira; los Chamíes en el noreste de Antioquia y el Chocó; los Cunas y Chocoes en el Departamento del Chocó; Paeces y Guambianos en el departamento del cauca.


Nuestros grupos indígenas sobrevivientes de la explotación y del desprecio, van camino a la desaparición,  si el gobierno no toma medidas que les den protección eficaz y los incorporen al país como ciudadanos con derechos y deberes iguales a los que tienen los demás.

domingo, 4 de mayo de 2014

CULTURA ARAWAK

CULTURA ARAWAK

PUEBLOS AMAZÓNICOS.

Localización: En la vertiente Este de la Cordillera Oriental y en las llanuras Orientales de Colombia, viven muchas y muy variadas tribus indígenas, la mayoría de las cuales han conservado su vida primitiva, a pesar de la acción permanente de los mineros.

Las llanuras del Oriente Colombiano se dividen en dos zonas geográficas de características diferentes: del rio Guaviare hacia el sur, todos los ríos que descienden a la cordillera son tributarios del Amazonas y son muy largos y caudalosos. La región que traviesan es selvática, muy rica en maderas de variadas especies y habitaban por multitud de animales. Pueblan esta región tribus que han aprovechado el medio geográfico y se han adaptado a él. Tenían costumbres peculiares, idiomas semejantes y modos de vida parecidos.

Entre las tribus que viven en la selva amazónica hay los Sibundoyes, Coreguajes e Inganos, que ocupaban las faldas de la cordillera, y los Cofanes, Sionas, Macaguajes, Tucanos, Ticunas, Guananos, Puinaves, Huitoto y otros que habitaban la parte plana de la Amazonia, entre la cordillera y los límites con Brasil y el Perú.

 La parte llamada Orinoquia, es decir, la comprendida entre el río Orinoco por el Oriente y la Cordillera Oriental por el oeste, el rio Arauca por el Norte y el Guaviare por el sur, es una extensa pradera, cubierta en su mayor parte por pastos, con machones de bosques que bordean los ríos que atraviesan las llanuras, a las que los nativos denominan matas de monte. Aquí los riso son muy ricos en pesca y la caza es abundante. Las principales tribus de esta región son los Sálivas, Guayaberos, Piapocos, Achaguas, Cuibas, Tunebos y Guahibos.

Respecto a la organización social, la mayor diferencia estriba en que mientras en unas tribus predomina el matriarcado, en otras impera el patriarcado; y en que mientras algunos pueblos son agricultores sedentarios, la mayoría son solo agricultores ocasióneles. Algunas de estas agrupaciones son nómadas.

TIPO FÍSICO

 Los habitantes de la zona oriental de Colombia son de estatura más mediana ya que la mayoría, mide en promedio, más de 1.70 ms, tienen cara ovalada, nariz fina, recta y en algunos casos, aguileña; piel oscura cobriza y pelo liso y brillante.

VESTIDOS Y ADORNOS

Quizás debido al clima cálido que predomina en la región, el vestido de estos indígenas es bastante liviano. Los hombres acostumbran usar guayuco, que va sujeto a la cintura por medio de cinturón tejido o de cuerdas fabricadas con fibras vegetales; las mujeres acostumbran la cuzma, que es una especie de bata pendiente de los hombres y que llega casi a la rodilla; en otros casos, una especie de falda o pampanilla.

Estaos trajes son elaborados con telas hechas con cortezas, especialmente la del higuerón; algunas veces están pintados con colores vivos.

Las tribus Sibundoyes, Coreguajes e Inganos, contemporáneas, acostumbran pantalón de tela para los hombres y faldas para las mujeres. Es muy probable que antes de la conquista usaran vestidos parecidos a los de los Incas, debido a la influencia que sobre ellos ejerció aquel pueblo.

El adorno más generalizado es la pintura en la cara y el cuerpo, de varios colores con tintes de origen vegetal, como el achiote, el tinto o el añil. Los collares son de uso muy extendido. Los hay de muchas clases: unos sencillos, otros de varias vueltas y también de diversa fabricación, ya que se hacen con dientes de jaguares o dantas, con semillas de distintos colores y formas, con alas y cabezas de aves, especialmente de pericos y otros de colores vivos, como azulejos, loros o guacamayas. Se adornan con plumas, con pedazos de hueso o con las corazas de las tortugas.

LA CAZA

Es muy abundante la caza de pumas, venados, dantas, cafuches o puercos salvajes; animales pequeños, como las tortugas, el conejo, el colibrí, el picure, el chigüiro, el borugo o guatibaja, la nutria, el armadillo o cachicamo, y multitud de aves.
Emplean los arcos y las flechas envenenadas con curare, la cerbatana y los dardos; además lanzas de guadua y maderas duras, con puntas de piedra, de cuerno de venado o de huesos afilados. Para llevar las flechas empleaban el carcaj.

Como complemento de las armas, estos indios suelen protegerse el cuerpo con escudos de pieles de  danta, de jaguar, de boa, o tejidos con cañas.

LA PESCA

Para pescar utilizan anzuelos que fabrican con espinas o con huesos y arpones, atarrayas tejidas con fibras vegetales, especialmente el cumare y el algodón o trampas colocadas en las orillas de los ríos. Pero el más generalizado medio de pescar es el empleo del barbasco, hierba venenosa que mata  a los peces con mucha rapidez y permite cobrar numerosas piezas, con muy poco esfuerzo.

Algunos pescan con arpón, lanzado desde la orilla o desde una canoa, valiéndose del arco. Tiene una cuerda muy larga, que permite recoger la pieza, cuando ésta haya perdido energías. Cazan el caimán, el manatí, el delfín o bufeo, muy abundantes en los ríos de la región.

Complementos de la alimentación: Tienen bebidas alcohólicas que utilizan para completar la alimentación y en las fiestas. Algunas bebidas son exclusivamente para los mangos o shamanes, quienes las usan con fines de adivinación o para determinadas ceremonias de carácter religioso.

Fabrican la chicha, el vino de palma, el cachiri, bebida preparada con yuca y el yoco, extraído de un bejuco que se utiliza como excitante para evitar el sueño. El yague, bebida preparada con el bejuco del mismo nombre, por medio de  una infusión, la toman los brujos para predecir el futuro o para adivinar sucesos ocultos. Quien la toma cae al suelo, víctima de convulsiones y luego entra en un periodo de letargo, durante el cual, dicen que ven tanto el pasado como el porvenir. Con igual objeto utilizan la parica, que es una infusión de hojas de tabaco.

Fuman el tabaco en pipas de piedra o en forma de cigarros. Con las semillas de acacia machacadas, preparan un polvo que absorben por la nariz, a manera de rapé. Para el control del hambre y como estimulante, consumen las hojas de coca.

INDUSTRIAS
Para confeccionar los vestidos preparan una tela con la corteza de ciertos árboles,  de los cuales el principal es el higuerón. Arrancada en grandes trozos, cuando aún está fresca la someten a una serie de golpes dados con mazos de madera, sobre superficies lisas; luego la sumergen en agua y vuelven a golpearla tantas veces como sea necesario hasta lograr la flexibilidad deseada.

Saben torcer ciertas fibras coma las de cumare, algodón y otras, con el fin de hacer cuerdas para la fabricación de atarrayas y redes de pesca, los chinchorros y hamacas, o las mochilas para cargar frutos.

Trabajan muy bien la madera con hachas de piedra pulida. (Esta herramienta ha sido cambiada en tiempos modernos por hachas y machetes de hierro). La fabricación de canoas es un arte en el cual están muy avanzados; las hacen de dos tipos: ahuecando los troncos de los árboles o cosiendo cortezas de los mismos extremos. También de madera hacen los remos y las palancas necesarios para impulsar las canoas. Por el mismo método de ahuecarlos troncos, fabrican las artesas y los molinos, necesarios para preparar el maíz.

La cestería es otra de las industrias de estos indios, para la cual utilizan como materia prima cierto tipo de cañas y bejucos de la región. Son muy diestros en la fabricación de estos elementos, algunos de los cuales tiene acabado artístico. Los principales productos de esta cestería son los canastos ordinarios; los escudos protectores; los abanicos para avivar el fuego, para refrescarse o para ahuyentar los mosquitos, tan abundantes en aquellos lugares; los maripes, que sirven para transportar carga sobre las espaldas; los balayes para preparar el casabe y los sebuscanes o tipites, para descortezar la yuca brava, con el objeto de quitar el veneno y preparar la mañoca.

Trabajan la cerámica, pero no son ceramistas tan avanzados como otros pueblos americanos. Sus vasijas son sencillas, extraordinariamente pulidas y casi sin adornos; fabrican ollas, platos, múcuras y pipas para fumar.

VIVIENDA

La mayoría son grandes habitaciones colectivas, para varias familias, construidas en bahareque y con techumbre de hojas de palma. Sus formas varían de una región a otra. Por ejemplo, entre los Guahibos la casa es de planta oval, sin paredes, y el techo cae directamente contra el suelo, mientras que entre los Huitotos la planta es rectangular; y circular entre los Inganos, con paredes de bahareque y techo cónico, cubierto con hojas de palma.

Casi siempre hacen una serie de casas agrupadas alrededor de una plaza cuadrada, rectangular o triangular. De éstas dedican una para habitación de los jóvenes y otra para taller.

Los muebles de la habitación se reducen a lo estrictamente indispensable: banquetas de una sola pieza para sentarse; chinchorros para descansar y dormir; a veces, barbacoas; del techo penden varias varas destinadas a guardar o colgar tanto armas como los instrumentos, las hiervas medicinales, artículos de uso frecuente y aquellos a los que se debe especial cuidado.

COSTUBRES

En algunas de algunas tribus amazónicas existe l costumbre de separar de la comunidad a las niñas que llegan a la adolescencia,  y de retenerlas en una habitación especial, bajo el cuidado de mujeres de edad, encargadas de instruirlas en todos los secretos de la vida matrimonial, del cuidado de los hijos y hasta en prácticas de brujería, destinadas a conservar el marido. Está prohibido a los hombres llegar hasta el sitio en donde las doncellas.

Cuando estas han llegado a la edad de contare matrimonio, vuelven a la tribu, donde los padres negocian el enlace con los padres del muchacho escogido para esposo. La ceremonia se celebra con grandes fiestas. Entre algunos de estos pueblos es necesario buscar consorte con otra tribu; es decir, existe la exogamia; en otras por el contrario, como está establecida la endogamia, es preciso casarse entre miembros de la misma tribu.

Cado, los jóvenes que llegan a la adolescencia se separan de las mujeres y a estas les está vedado el lugar de preparación de los varones. Para ellas es tabú, es decir, trae desgracias especiales, ver a un hombre que está en periodo de separación y hasta oír la corneta que ellos tocan en sus ceremonias y ratos de esparcimiento.

En algunas comunidades, tales como entre los Guahibos, existe la práctica de la covada, que consiste en que cuando nace un niño, el padre debe permanecer acostado en la hamaca durante cuarenta días, dando grandes gemidos  y sometido a una delicada dieta. La madre, en cambio, después de un baño de purificación en el río, se entrega a sus que haceres habituales.

Acostumbran agujerarse narices y orejas para adornarse con palillos, discos de madera o con plumas, especialmente de guacamayas, escogidas por su longitud y sus colores vivos.

En las muñecas, y a veces en los tobillos, se ponen adornos de piel o fabricados con cuerdas de fibras vegetales, pues creen que todo esto aumenta la fuerza y evita las di localidades.

ECONOMÍA

Estos pueblos tienen economía mixta: agrícola, de recolección, de caza  y pesca. Solo hay unas pocas tribus de agricultores sedentarios; la mayoría siembra solo siembra lo estrictamente necesario para el sustento, sin aprovechar los productos de las cosechas para almacenar ni como medio de comercio con otras tribus.

Siembran principalmente el maíz, la yuca ordinaria, y la llamada brava o venenosa que algunas tribus aprovechan para la fabricación de la mañoca, una torta especial; batata o camote, maní, ají, calabaza, ahuyama o poteca y también el cacao. Algunos cultivan el algodón. Los actuales explotan el caucho que les sirve para hacer comercio con los blancos, pero no es probable que antes lo hicieran.

La recolección, que es oficio destinado exclusivamente a las mujeres y los niños, consiste en nueces del nogal, almendras, corozos, mararayes, huevos de tortuga, miel de abejas, cachipay, pinchiguao, papayas, zapotes y caimitos.

 LAS FIESTAS

Se celebran muchas fiestas colectivas con ocasión de ciertos hechos especiales, como la fiesta de la cosecha, destinada a celebrar la recolección de los frutos, algo así como una acción de gracias a los dioses; la del pescado o yapurú, durante los días anteriores a la subida de los peces; los matrimonios, la llegada a la pubertad de las niñas, la fiesta del fuego y otras. Estas fiestas se celebran con música, danzas, comidas y borracheras.

Los principales instrumentos musicales son los tambores de diferentes tonalidades, que también sirven para trasmitir noticias a distancia, y los fotutos. Se utilizan también una vara, a la cual se ponen su extremo un cascabel, y las conchas de las tortugas. La vara sirve para la dirección de los conjuntos.

En las fechas faustas se celebran las danzas; entre los Huitotos se hacen al aire libre, con una gran hoguera en el centro alrededor de la cual bailan las mujeres y los hombres cogidos de la mano; en otras fiestas se hacen las danzas por parejas, en las que intervienen los hombres, las mujeres y los niños.

En las fiestas funerales se hacen presentes los shamanes, disfrazados con máscaras. Los invitados también tienen que disfrazarse; todos toman bebidas alcohólicas y bailan alrededor del cadáver, durante cierto tiempo, al compás de la música de trompetas, hasta el momento en que el shamán de la orden del enterramiento. Pasado este, es preciso tirarlas al rio para evitar que los vivos sean víctimas de los maleficios que condujeron al difunto a la tumba.


Al año de haber sepultado el cadáver, este ser inhumano para enterrarlo por segunda vez, en el piso de la casa que habitó. Esta habitación se abandona definitivamente.

miércoles, 23 de abril de 2014

CULTURA CARIBE

CULTURA CARIBE

LOCALIZACIÓN

Ésta es una de las familias indígenas más extendidas en América y las más numerosas que encontraron los españoles. Ocupaban las Islas Antillas, toda la costa del Mar Caribe en Colombia, Venezuela y las Guayanas y gran parte de los Llanos Orientales, a donde habían penetrado por el Orinoco. Estaban establecidas en el interior de Colombia en los valles de los ríos Magdalena, Cauca, Sinu, San Jorge y Atrato que probablemente les habían servido como vías de penetración.

 No formaban un solo pueblo, sino que se agrupaban en tribus, más o menos numerosas, y con una organización política independiente. Muchas veces, grupos de la misma familia eran enemigos entre si. El parentesco lo han determinado los antropologos y etnologos, por rasgos comunes de confirmación física, lenguaje semejante, costumbres parecidas y organización social equivalente.

En Colombia las principales tribus pertenecientes a la familia Caribe, son las siguientes: Urabaes, Sinues, Calamares, Bondas, Turbacos, Cocinas, en la costa Atlántica; Motilones, en la Serranía de Perijá; Muzos, Panches, Calimas y Pijaos, en las correspondientes a los actuales departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Huila, Caldas, Risaralda y Quindío; Quimbayas, Chamíes en Caldas, Risaralda y Quindío; los Catíos en Antioquia; los Chocoes en el Chocó y los Calimas en el Valle del Cauca.


PROCEDENCIA

No hay acuerdo sobre la verdadera procedencia de estos indios pues mientras unos investigadores afirman que llegaron a las costas de Suramérica procedentes de Florida o a través de las Antillas, otros aseguran que son originarios de la zona situada entre los ríos Tapajoz y Xingú, en el Brasil, de donde emigraron hacia el norte, bordeando la costa, o hacia el occidente, aprovechando los ríos para su penetración al interior.

ASPECTO FÍSICO

Los indios caribes eran altos de cuerpo, bien formados, musculosos y elegantes. Tenían cara ancha con pómulos salientes, nariz larga, fina y aguileña. Tenían costumbre de deformarse el cráneo, mediante la aplicación de tablillas fuertemente atadas a la cabeza de los recién nacidos. Algunos lograban doble deformación colocando entre las tablillas sujetas al frontal y al occipital, una madera redonda atada paralelamente a ellas.

Por medio de ligaduras en brazos y piernas se deformaban esos miembros, quizás con el pronóstico de adquirir un aspecto de ferocidad, que consideraban muy útil para la guerra. “Es una raza diferente de los demás indios, tanto por su inteligencia como por su robustez, estatura y proporcionadas formas. En ninguna parte de América se han visto hombres más altos. Se diferencian también por la regularidad de sus facciones: sus ojos anunciaban inteligencia y costumbre de reflexionar; de grabes maneras, de facciones nobles, dance aires de importancia y con su compostura y modales desdeñosos revelan su superioridad”.

VESTIDOS Y ADORNOS

Varían mucho los vestidos de los caribes, de acuerdo con las tribus y con las regiones que ocupaban. Por regla general no dedicaron gran atención a este aspecto de su atuendo personal. Los que vivían en tierras calientes permanecían casi desnudos, cubriéndose solamente con un guayuco o taparrabo que sujetaban a la cintura por medio de una cuerda; las mujeres empleaban una especie de túnica ligera que colgaba desde los hombros.

En cambio, eran muy dados a los adornos. Usaban orejeras de madera que pendían alrededor de los pabellones; alrededor del cuello usaban gargantillas hechas de conchas con dientes de animales o de personas; algunas usaban gorras de plumas de diversos colores o de piel de venado. Cuando asistían a la guerra, se ponían altos penachos de plumas.

Acostumbraban pintarse el cuerpo y la cara, haciendo dibujos con tintes vegetales para los que preferían los colores negro y rojo. En algunas tribus existía el uso de tintura negra en los dientes para evitar las caries.

El oro, que trabajaban con primor, empleaban en gran parte, en confeccionar zarcillos, pulseras, ojarcas, pectorales, diademas y narigueras.

PRINCIPALES OCUPACIONES

LA GUERRA:

Como principales ocupaciones se pueden señalar la guerra y el comercio. Los caribes fueron un pueblo esencialmente guerreros valerosos y audaz. Fueron ellos quienes debieron enfrentarse a los conquistadores españoles y les presentaron la más tenaz resistencia. Algunos grupos no pudieron ser dominados por los europeos y fueron aniquilados, como en el caso de los Pijaos. Algunos los juzgan los más valientes guerreros de América. Consideraban deshonroso manifestar el dolor; elegían sus caciques como premio al valor y ferocidad, acreditados en la guerra y les ratificaban el cargo cuando los caudillos se ponían a prueba de sufrimiento, dolor, estoicismo y entereza de ánimo.

Sus armas eran arcos, flechas macanas, dardos, cerbatanas y hachas de sílice u obsidiana. Acostumbraban envenenar las flechas y los dardos, de diferentes maneras: bien con el curare, de efectos rápidos y mortales o con venenos de acción lenta, que permitían reducir al enemigo a la impotencia.
También usaban flechas incendiaras.

Las tribus costeras poseían flotas de piraguas, hechas de troncos gigantes. Algunas tenían capacidad hasta para cien guerreros.

Con estas embarcaciones emprendían largos viajes, pues los caribes fueron los navegantes más osados del Nuevo Mundo. Estos viajes tenían frecuentemente fines comerciales, pero la mayoría eran expediciones guerreras.

Cuando una tribu declaraba la guerra a otra, buscaba el apoyo de grupos aliados. Para obtener la efectividad de la alianza, los belicosos llegaban hasta las aldeas de  los amigos y ponían una flecha clavada en un árbol vecino a la casa en donde viviera el jefe. Esta señal se contestaba llevando el ejército armado hasta el puerto en donde debería efectuar el embarque.

Las costumbres guerreras de los caribes eran feroces. Tenían la idea de que comiendo la carne del enemigo valiente o inteligente, las cualidades de la víctima se heredaban. Por tal razón, encerraban a los prisioneros de guerra en jaulas especiales y los engordaban para comerlos en la oportunidad señalada por los oráculos.

Estas costumbres hicieron que se les diera el calificativo de antropófagos.
También acostumbraban someter al martirio a algunos de los cautivos, especialmente cuando la tribu vencida había hecho resistencia excepcional. Esto con el fin de sentar precedente entre las demás.

Entre los caribes no podía declararse la guerra en un pueblo sin haber cumplido ciertas formalidades principales. En primer lugar era preciso convocar el Consejo de Mohanes (sacerdotes), para que ellos dieran los augurios. Lo hacían por medio del fuego, del vuelo de las aves o por los sueños de los arúspices, después de haberse emborrachado con brebajes especiales. Solamente después de haber obtenido una predicción favorable, se podía emprender cualquier expedición bélica. En segundo lugar, ningún pueblo podía ser hostilizado intempestivamente, sin haberle hecho conocer los motivos de injuria u ofensa que obligaban a declarar las hostilidades. Si el mensajero enviado recibía satisfacciones aceptables para la tribu, no había agresión; en caso contrario, se iniciaban los combates.

La terminación de una guerra o las victorias parciales se celebraban con grandes borracheras.
En algunas tribus se exigía responsabilidad a los mohanes por sus predicciones; cuando una batalla se perdía a pesar de haber anunciado la victoria, el mago pagaba con su vida el yerro.

EL COMERCIO:

Los caribes fueron un pueblo mercantil; con alto grado de desarrollo. No solamente comerciaban con las tribus vecinas, sino que hacían transacciones con pueblos distantes. Los costeños pescaban perlas y recogían caracoles y conchas de diferentes clases o preparaban sal, por evaporación del agua del mar. Estos artículos servían de base para trueque por pieles de animales, plumas, mantas, artículos alimenticios y otros. Los caribes obtuvieron por medio de permutas con tribus del interior, grandes cantidades de oro, y mantas de algodón, a cambio de caracoles, plantas medicinales, pieles de caimanes y otros artículos.

Los caribes del interior (Panches, Pijaos, Quimbayas, etc.) tenían ferias establecidas para los intercambios comerciales.

LA AGRICULTURA:

La mayor parte de las tribus caribes habitaron territorio colombiano, fueron agricultores. Sembraban grandes extensiones de maíz, yuca, ñame, frijol, frutales, tomate, ají, calabaza, ahuyamas, piña, zapote y almendras, elementos que eran a base de la alimentación. Otros sembraban algodón o fique, para tejer o para cambiar con tribus tejedoras.

La alimentación se basaba en los productos agrícolas, siendo el más aprovechado el maíz en sopas, arepas, bollos y la chicha. Complementaban la comida con carne que obtenían de la caza y de la pesca o de los animales domésticos. El ají era condimento más apropiado y lo cultivaban cuidadosamente.

ORFEBRIRÍA:

Casi todas las tribus de la familia caribe trabajaron muy hábilmente el oro y fabricaron figuras de las más variadas clases. Algunos, como  los sinúes, hicieron ídolos de oro, de gran tamaño, macizos, o con láminas delgadas que cubrían una escultura hecha en madrea. En la población de ciguapa, los soldados de don Pedro Heredia encontraron dentro de una tumba, un puercoespín de oro macizo, que peso cinco arrobas. En otros casos, el trabajo del oro0 fue fino y artístico, como el realizado `por los Quimbayas y los Calimas.

LA CERÁMICA:

No todas las tribus de esta familia se destacaron como alfareros. Solamente unas pocas trabajaron el barro con esmero y de acuerdo con las técnicas avanzadas. La mayor parte de los grupos caribes se dedicaron a confeccionar los utensilios de cocina indispensables, con la mayor sencillez: ollas, múcaras, platos sin decoración o con una sumamente elemental. Hay, sin embargo, notables excepciones como la cerámica de los Quimbayas, verdaderos modelos de arte y de técnica.

RELIGIÓN:

Adoraban el sol, la luna, las estrellas y algunas de las fuerzas de la naturaleza; cada uno de los dioses le atribuían patronato en relación con la guerra, la agricultura, la caza, la pesca, las estaciones y demás aspectos de la vida.

Tenían veneración por los muertos, que enterraban en sepulturas cavadas en la tierra, con oro, comida, armas y todas aquellas cosas que el difunto pudiera necesitar para el viaje a la eternidad. En algunas tribus el entierro se efectuaba dentro de la misma casa que hubiera habitado; en otras las sepulturas se abrían en lugares cercanos o en cementerios. Sobre la tumba hacían un montículo de tierra y sobre este sembraban árboles.

Cuando una persona moría, el mohán, como se llamaba el sacerdote, o piache, como lo denominaban otros, tenían que hacer algunas ceremonias mágicas, acompañadas de danzas y de músicas fúnebres, para alejar los malos espíritus y evitar que transmitieran a los vivos los males que habían ocasionado la muerte al difunto.

Los mohanes o piaches tenían gran influencia entre los Caribes. Ellos eran al mismo tiempo los magos y los médicos. Conocían por tradición las virtudes curativas de ciertas plantas y las aplicaban para las enfermedades. Sabían, por ejemplo, suministrar la leche de higuerón para expulsar parásitos intestinales; la caraña, para las enfermedades reumáticas y para las afecciones bronquiales; otras para los trastornos digestivos y así para las demás dolencias. Atendían las fracturas de huesos sometiendo el miembro fracturado a la inmovilidad, después de entablillarlo con tablillas de bambú o maguey.

En otros casos se limitaban a practicar ritos como el de echar humo de tabaco o tabaco masticado en la parte adolorida del enfermo o en la cabeza, cuando se trataba de enfermedades mentales, a las que atribuían origen diabólico.


Acostumbraban hacer entierros secundarios. Esto ocurría cuando el difunto había permanecido algún tiempo en la tumba, y por consiguiente, ya no quedaban si no los huesos limpios, que colocaban en urnas de barro cocido y los volvían a enterrar. La fabricación de estas urnas funerarias era actividad de casi todas las tribus.

sábado, 19 de abril de 2014

CULTURA CHIBCHA

CULTURA CHIBCHA

FAMILIA CHIBCHA

Esta gran familia indígena, considerada como una de las más numerosas del nuevo mundo, y de las que lograron desarrollar una alta cultura en el continente americano, tuvo amplia difusión en la zona andina.

Ocupó territorios hoy pertenecientes  a las repúblicas de Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y Venezuela. Prefirió, para su instalación las partes altas de la cordillera de los Andes, aun cuando algunos grupos se establecieron en zonas de climas cálidos o templados.

Debido a su dispersión, no formaron un pueblo único, sino pueblos separados de la gran familia caribe. Conservaron en común la lengua, a pesar de sus numerosos dialectos; algunas creencias religiosas; su dedicación a la agricultura, la orfebrería, los tejidos e hilados y la cerámica; los vestidos, la vivienda y otras características.

Los Chibchas a quienes se circunscribe entre estudio son los grupos muiscas que ocuparon lo que hoy son los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, en la parte de la Cordillera Oriental. Es decir, la Sabana de Bogotá, los Valles de Ubaté, Chiquinquirá y Sogamoso; la región de Tunja, la altiplanicie de Guatavita y algunas de las vertientes de las misma cordillera. Parece que antes de la llegada de los Caribes, los chibchas dominaban oda la ladera de la Cordillera, hasta el rio Magdalena. La presión de los muzos y los panches hizo replegar a los primitivos pobladores a la parte alta andina.

 ASPECTO FÍSICO:
Los chibchas eran gentes de regular estatura, de cráneo braquicéfalo, cara ancha, de pómulos salientes; piel oscura y bronceada, ojos negros brillantes y pequeños, ligeramente oblicuos como los habitantes del Asia Oriental y Oceanía; el pelo, negro y lacio. Caía generalmente sobre los hombros, tanto en los hombres como en las mujeres. Los varones poseían escasa barba; sus dientes eran grandes parejos y muy blancos. Su cuerpo era de complexión robusta; anchos de hombros y miembros musculados; piernas cortas y pies anchos. Ponían a prueba su fortaleza con trabajos pesados como el transporte de cargas a grandes distancias, y la cacería, especialmente la de venado. Los deportes, cuyo ejercicio era habitual, constituían demostración de habilidad, ligereza y resistencia.

El pueblo chibcha había desarrollado formas de vida de nivel elevado y los etnólogos lo clasifican entre los pueblos americanos de alta cultura. Aunque era un pueblo esencialmente agrícola, había logrado una organización social y política basada en leyes y preceptos religiosos. Sus conocimientos en ciencias y artes no les dieron a los chibchas un puesto tan prominente como a los mayas y a los incas en el desarrollo material, pero los colocan entre los pueblos avanzados de cultura espiritual más elevada.

Poseían amplios conocimientos de las matemáticas y tenían un calendario que les servía para atender a todos los menesteres de la agricultura y para la celebración de las fiestas religiosas y civiles.

CALENDARIO:

El tiempo lo median por soles o días; estos se dividían en periodos, así: zagüi-madrugada, suamena-mañana, suameca-medio día, zasca-tarde y za-noche. Una agrupación de tres días se llamaba zuna y diez zunas constituían un mes o una sunata. El año estaba formado por 12 meses de diez zunas cada uno o sea de treinta días o por doce lunas o chocán la más amplia división del tiempo era una edad o bxoganoa, compuesta de 60 chocanas.

 Tenían un sistema de numeración vigesimal y otro de pesas y medidas, que usaban con gran habilidad en sus transacciones comerciales. No se conocen con detalle por que los cronistas dejaron datos muy confusos sobre ellos.

ESCRITURA:

Emplearon la escritura jeroglífica de la cual dejaron pinturas en las rocas. Los petroglifos están escritos en tinta roja indeleble, con figuras de ranas, serpientes, círculos concéntricos, espirales y otros de difícil interpretación. Al respecto dice el padre Román y Zamora, en su libro Repúblicas de las Indias que “aun cuando los chibchas no tenían abecedario, por medio de figuras se comunicaban la historia de sucesos”. Los petroglifos que son piedras de gran tamaño, presentan la característica común de llamar la atención y de estar localizados en lugares que delimitan el territorio muisca con otras tribus vecinas.

ARTES:

Los chibchas no fueron grandes pintores ni escultores. En cambio, fueron ceramistas muy cuidadosos y extraordinarios orfebres. Además de los adornos personales que confeccionaron en oro, representaron dioses, animales y hasta la consagración del Zipa.

Trabajaron el oro, tanto puro como en aleaciones con cobre, llamadas tumbaga, que daban mayor resistencia al metal puro. Hicieron fetiches consistentes en figurillas delicadamente grabadas, cuyos motivos principales son seres de la mitología aborigen: ranas, serpientes y demás animales sagrados. Igualmente sabían hilar el metal para obtener el alambre finísimo, que empleaban en sus filigranas. Los trabajos de los indígenas fascinaron a los españoles, quienes arrebataron sus riquezas a los orfebres.

Hoy se pueden admirar gran parte de esas obras, gracias a la cuidadosa organización que ha dado el Banco de la República al Museo del Oro, el cual, en su género, es el mayor del mundo.

VALORES SOCIALES Y POLÍTICOS

El territorio se divida en varios principados de costumbres, lengua y religión idénticas, pero políticamente independientes. Habitaban en aldeas formadas por casas que cercaban con vallas de madera pintadas de varios colores, lo cual daba aspecto muy atractivo a las poblaciones. Algunas de ellas llegaron a agrupar hasta dos mil casas, como las aldeas de Bacatá, capital del dominio Zipa, o Hunza, sede Zaque.

El aspecto pintoresco que representaba a sabana con sus pueblecitos, próximos unos de otros, con sus casas pintadas y sus grandes cercados, hizo que Jiménez de Quesada le diera el nombre de Valle de los Alcázares.

La sociedad estaba dividida en clases, siendo la principal la de los nobles o usaqes, familiares de los príncipes; le seguía en consideración la de los Jeques o sacerdotes; luego los militares o gûechas, los comerciantes y el pueblo, formado por los agricultores, artesanos, mineros, alfareros y joyeros.

EL MATRIARCADO: la organización sociopolítica de los chibchas se regía por las normas de una cultura matriarcal. En efecto, el poder se trasmitía a los sobrinos, hijos de hermana. Así, al morir un Zipa lo sucedía un sobrino hijo de una hermana del fallecido, después de educarse en el Templo de la Luna, en donde se ejercitaba en prácticas de gobierno, vivía dentro de normas rígidas y era instruido acerca del patrimonio cultural de sus antepasados.

LA VIVIENDA: las casas de los chibchas, que constaban de una sola habitación y no tenían puertas, eran de planta circular y techo cónico, o de planta rectangular y techo del llamado de dos aguas. Las construían de madera con techo de paja. Generalmente adornaban las paredes con esteras, o con pieles de animales.

Los chibchas acostumbraban proteger sus viviendas en la forma ya expresada. Por dentro del cercado solían tener algunas sementeras, jardines y animales domésticos.


Las casas de los jefes eran más grandes, tenían más adornos y doble cercado. Los cronistas dicen que cuando los chibchas construían templos o casas para los jefes, acostumbraban enterrar niños debajo de las columnas, en la creencia de que esto hacia más durables las construcciones y los liberaba de la influencia de los espíritus malignos.


 LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA: a la llegada de los españoles, los chibchas se hallaban divididos en tres reinos:

·        EL REINO DE BACATÁ:

En donde era soberano el Zipa, cuyos dominios abarcaban todo el territorio que ocupa la Sabana de Bogotá, el Valle de Ubaté, Simijaca y la región de Guatavita. Cada pueblo estaba mandado por un cacique, el cual debía ser de familia noble, militar o poseer alguna jerarquía religiosa. Para los pueblos situados en las fronteras de enemigos se nombraba a los asaques, escogiéndolos “entre los hombres de más nobleza y mejor sangre, costumbres y valentía, de los cuales eran preferidos aquellos valentones que dijimos se llamaban guecha”.

Cada cacicazgo tenía sus preeminencias especiales y determinadas funciones en la administración.

El Zipa era un gobernante eminentemente militar pero debía ser escogido entre las familias nobles. Al morir un Zipa, lo heredaba un sobrino hijo de la hermana suya.

La posesión de un nuevo Zipa se hacía siempre con grandes ceremonias religiosas iba el príncipe hasta la laguna de Guatavita, acompañado de gran séquito; allí se le embarduna el cuerpo con miel y se le untaba polvo de oro. Después de esto, entraba con algunos nobles a una balsa y se internaba en la laguna, antes de que saliera el sol. Una vez que este aparecía, el príncipe debía echarse al agua, en medio de la gritería de la gente, que presenciaban la ceremonia desde la orilla. Después de aquel acto, se arrojan ofrendas a los dioses y se hacían fiestas y juegos populares.

·        EL REINO DE HUNZA:

Abarcaba gran parte de lo que hoy forma el departamento de Boyacá, desde el Oriente de Tunja hasta las poblaciones de Ráquira, Moniquirá y Chiquinquirá. Su capital era Hunza, donde hoy se encuentra Tunja.

El jefe de este reino se denominaba Zaque y su dinastía era considerada de origen divino. Según relato de los indígenas, Garanchacha, fundador de la dinastía de los Zaques, había nacido de una esmeralda engendrada en las entrañas de la hija del cacique de Guachetá, quien fue fecundada por un rayo del sol. De suerte que la familia real tenía por accidente a Xué, y de consiguiente, su poder debía ser absoluto. Estaba prohibido a los súbditos mirar la cara al príncipe so pena de oprobio y ser considerado infame. Para quien mereciera esta pena no había derecho alguno; no era digno de la piedad de las gentes; nadie podía darle posada ni prestarle ningún auxilio.

Vivía el Zaque en una serie de bohíos edificados uno próximo al otro y protegidos por un gran cercado de maderas pintadas. En los vanos, por donde se entraba a las chozas, se colocaban placas de oro colgantes que, al ser movidas por el viento, producían un agradable sonido musical.

El reino de Hunza se dividía en varios principados independientes unos de otros, pero sometidos a la autoridad suprema del señor de la ciudad. Tributarios, en orden de importancia, eran los señores de Ramiriquí, Turmequé, Zataquira, Guateque, Soracá, Oitacá, Sora y otros.

Cada uno de estos príncipes usaques estaba obligado a pagar tributos al Zaque, los cuales se satisfacían en moneda y en especie. Llevaban mantas, víveres, cerámica y otros muchos presentes, con lo cual atendía el gobernante, tanto el sostenimiento del ejército como el culto religioso y demás necesidades de la comunidad.

El pueblo estaba obligado a pagar tributos tanto a sus usaques como al Zaque. Estos consistían en trabajo para las tierras del soberano, de los nobles, sacerdotes y militares, y en contribuciones en oro, mantas y víveres.

·        EL REINO DE TUNDAMA:


Este reino comprendía la región nordeste del actual departamento de Boyacá. Su jefe tenía origen militar, tal como el Zipa, y conservaba su tradición guerrera, manteniendo un ejército disciplinado, “con hombres mejor conformados de sus dominios, valientes, resueltos, determinados y vigilantes”. Estos hombres eran los encargados de la defensa de las fronteras y solía ser premiados estableciéndolos como caciques donde faltaran los herederos legítimos.

Fueron tributarios del reino Tundama los señores de Gámeza, Busbanzá, Soacha, Tasco, Tópaga, Monguí, Tutasá, Mongua, Pesca, Bonza, Sátiva y Soatá.

LAS LEYES

Los chibchas habían logrado desarrollar un sistema legal perfectamente definido y las leyes eran rigurosamente observadas. Los caciques y sacerdotes eran los directamente encargados de hacerlas cumplir y de aplicar castigo a los contraventores. Sin embargo, existía una especie de tribunal superior, presidido por el cacique de Suba, al noreste, ante quien acudían en apelación las personas no satisfechas con las sentencias de la justicia ordinaria. El fallo del cacique de Suba era definitivo e inapelable.

Las leyes tenían los siguientes tres orígenes:










Las establecidas por las costumbres y las conveniencias sociales
·        Era delito huir en el campo de batalla. Al culpable se le castigaba con la pena de muerte, en caso grave; cuando no, se le obligaba a vestir con traje de mujer y hacer los oficios de estas.
·        No podía declararse ninguna guerra sin consultar primero a los Obques (adivinos).
·        Todo marido debía comprar a su mujer y entregar el precio convenido a la familia de ella.
·        El marido estaba obligado a cuidar a su esposa. Si ésta moría por descuido del esposo, el culpable perdía la mitad de los bienes, los cuales pasaban a la familia de ella.


Las de origen divino, establecidas por Nemparén, señor del Valle Sagrado de Iraca.
·        No matar, no hurtar, no mentir y no quitar mujeres ajenas.
·        Los homicidas, mentirosos y adúlteros eran castigados con la pena de muerte.
·        A los ladrones se les castigaba con la infamia y la separación de la tribu.






Las dictadas por el Zipa Nemequene.
·        Solamente el soberano podía tener litera y ser conducido en hombros.
·        Solo el soberano y sus usaques podían cazar venados y comer su carne.
·        Solamente los mismos nobles podían horadarse las orejas y las narices y usar en ellas joyas de oro.
·        Ningún súbdito podía mirar al rey ni sentarse en su presencia.
·        Nadie podía revelar el sitio en donde era sepultado el soberano.

Además de éstas, había otras disposiciones que se refieren a las tribus para el príncipe, a los ayunos, ceremonias del culto, reglamentos de los juegos y la agricultura, épocas de siembra y cosecha y fiestas respectivas.

LA GUERRA

Para defensa de los reinos, éstos poseían un ejército numeroso, bien adiestrado y suficientemente bien armado, el cual estaba al mando de los más valerosos capitanes. En caso de guerra todos los señores estaban obligados a prestar contingente extraordinario. Además existían tratos de ayuda mutua, como con el Tundama y con el Iraca o supremo Sacerdote de Sugamuxi.

VALORES ÉTICOS

LA RELIGIÓN: El pueblo muisca era esencialmente religioso. Casi todas las actividades ordinarias de su vida estaban reguladas por principios emanados de sus dioses, a quienes rendían culto, consagraban monumentos y dedicaban festividades especiales. Sus divinidades estaban encarnadas en fuerzas de la naturaleza y ellas atendían a sus pueblos, especialmente a lo relacionado con la vida común, la agricultura, la guerra y los muertos. En consecuencia, los chibchas no adoraban a un solo Dios, sino a varios.

Rendían culto al sol, a la luna, al agua, como principales entes sobrenaturales; alrededor de estas divinidades figuraban una serie de héroes, estrechamente vinculados al pueblo, a sus costumbres y tradiciones.

El dios principal era el Sol, a quien denominaban Xué. En su honor había un templo en el Valle de Iraca, en donde vivía el sumo sacerdote de Sogamoso. Todos los súbditos debían concurrir a Sugamuxi, al menos dos veces en su vida y ofrendar presentes a su divinidad. Además, debían asistir a las ceremonias principales que se celebraban en agosto o para las fiestas de las cosechas.

La Luna, a quien llamaban Chía, era otra de las divinidades principales. Le rendían culto especial y la consideraban esposa de Xué. El culto del agua era otro aspecto importante de la religión muisca.

LAS COSTUMBRES

EL MATRIMONIO: Predominaba entre los muiscas l costumbre de la compra de la mujer; una vez aceptado, debía pagar a la familia de la prometida un precio convencional, que dependía, en gran parte, de sus posibilidades económicas. Sin embargo, la mujer seguía siendo propiedad de la familia, y en caso de repudio o de mal entendimiento, volvía a la casa de sus padres.

El noviazgo según los cronistas consistía en la manifestación que debía hacer el varón pasando varias veces a la misma hora por la puerta de la escogida. Una noche debía dejar el, en las cercanías de la casa, una manta. Si la india la recogía, era señal de aceptación; en caso contrario, de rechazo. Si ocurría lo primero, el aspirante se sentaba cerca de la habitación y esperaba pacientemente la salida de su prometida. Ella traía una totuma con chicha y de ella ofrecía a su galán, quien tomaba parte y en seguida devolvía la vasija, para que la futura esposa también tomara en la misma.

Dados estos pasos, el novio ofrecía regalos a la familia de su próxima mujer. Hablaba con los futuros suegros, les mostraba la casa que había construido para su hogar y se concertaba el día de la boda.

La ceremonia se hacía en presencia del Jeque el novio, traía regalos para su novia, para los padres, hermanos y tíos maternos de ella. Después bebían chicha en la misma totuma y se iniciaba la música y el baile. Las mujeres preparaban la comida para todos los invitados y la repartían.

Llegada la hora de retirarse, el novio fingía un rapto, los invitados lo perseguían haciendo gran bulla, hasta el momento en que entraban en su nuevo hogar.

VESTIDOS Y ADORNOS: Por las condiciones del clima, los chibchas usaban vestidos abrigados, consistentes en mantas de algodón, que tejían con cuidadoso esmero; un fino manto ceñía su cuerpo; otro, a manera de capa, cubría los hombros donde se sujetaba con un largo alfiler de oro o cobre que denominaban topo, dejando los brazos descubiertos. Las mujeres usaban un vestido semejante. Cubrían el cuerpo de la cintura para abajo, con una falda, generalmente pintada de azul; pecho y espalda los tapaban con una manta que se sujetaba cerca de los hombros. No acostumbraban al calzado.

En los páramos o tierras frías, utilizaban gorros tejidos de algodón, a veces adornados con plumas, que cubrían la cabeza, las orejas y la boca, como un pasamontaña. A esto le llamaban juraica.


Para sus festividades se adornaban con pulseras, ajorcas, orejeras, collares, pectorales y narigueras de oro, muy vistosos y cuidadosamente trabajados; enriquecidos, además, con esmeraldas, las piedras de mayor utilización entre los chibchas.

RITOS FUNERALES: La muerte constituía para los chibchas un acontecimiento, especialmente cuando el fallecido era noble. Según sus conceptos religiosos, la muerte era el resultado de la separación de dos partes de que estaba compuesto el hombre. Para ellos solamente moría la envoltura exterior, mientras que el alma, o sea el otro yo, emprendía un viaje a lo desconocido, hasta llegar a confundirse con los astros. La parte inmortal de la persona, sin embargo, conservaba todas las necesidades físicas que había tenido en vida, por lo que era preciso proveerla de los elementos indispensables: víveres, bebidas, armas, vasijas, oro, mantas, sal y muchos otros artículos. Hombres de cierta posición tenían derecho de ser enterrados con sus mujeres.

Embalsamaban los cadáveres y luego los colocaban de manera que las rodillas quedaran fuertemente unidas a la barbilla. Para esto los amarraban con sogas de fique preparada la momia, se envolvía en mantas de algodón y la colocaban en una sepultura abierta en el suelo.

Cuando moría un cacique, la ceremonia debía ser presidida por el sacerdote principal, cuyo cargo estaba la preparación del cadáver. El entierro no podía hacerse si no en horas de la noche y solo podían acompañar al muerto muy distinguidas personalidades. Desviando el lecho de un rio, abrían en el fondo la sepultura, en donde depositaban los restos mortales, los servidores y mujeres que debían acompañarlo en al viaje al más allá. Luego se reencauzaba la corriente por encima de la sepultura. Las personas que habían participado en el entierro, no podían revelar el lugar, so pena de la maldición de los cielos y la infamia en la tierra para ellos.

VALORES ESTÉTICOS

LOS TEMPLOS Y PALACIOS: En el Valle Sagrado de Iraca se levantaba el Templo del Sol al cual acudían gentes de todo el imperio, con el ánimo de rendir homenaje al más grande de los dioses muiscas. Al templo del Sol solo tenía acceso el Sumo Sacerdote de Sugamuxi, quien recibía de los feligreses las ofrendas sagradas, consistentes en idolillos de oro, oro en polvo, y las depositaba en el altar.

El templo del Sol, según los cronistas, consistía en una casa de planta circular con doble techo cónico, que permitía la ventilación y la luz. Las paredes eran de bahareque y decoradas interior y exteriormente; por la parte de afuera, con cañas entre tejidas, unidas por cuerdas de fique y de algodón, pintadas de diferentes colores; en el interior, recubiertas con esteras de junco, pintadas también con vistosos colores; en el centro había un gran disco de oro que representaba al Sol, el cual se iluminaba con los rayos que penetraban a través de las ventanas dispuestas apropósito.

SADIGUA: Santo misionero de Oriente, que tantas cosas enseño a los indígenas, veinte edades antes dela llegada de los españoles, instituyó en Sugamuxi el culto máximo del Sol y como heredero de su soberanía nombró a Nemparén, Señor del Valle del Iraca, quien fue el supremo legislador de los chibchas.

Llevaba vida de penitencia y estudio en el templo. La sucesión de su dominio o pontificado no podía hacerse sino entre quienes hicieran estudios sacerdotales y seminarios especiales llamados Cucas.

El dominio temporal del Supremo Sacerdote abarcaba lo que hoy son las poblaciones de Gámeza, Busbanzá, Tota, Pesca, Firavitoba y Tobasía.

En la capital de reino de Hunza existía un santuario o adoratorio destinado al culto del Sol, que hoy se conoce como “Cojines del diablo”. Allí acudían todos los nobles, caciques tributarios y pueblo en general con ocasión de las festividades religiosas que se celebraban en fechas determinadas.

FIESTAS RELIGIOSAS

LA FIESTA DE XUÉ: Llegado el día fijado, se reunía la multitud frente a la habitación del sumo sacerdote y se dirigía al templo en procesión. El camino estaba alfombrado con mantas de algodón y flores; para recorrerlo era preciso gastar un periodo de tres días. Llegado el Jeque al templo, permanecía en el otros tres días, acabo de lo cual, restablecido el cortejo, volvía a su residencia.

En estas solemnes festividades, la multitud exhibía varios vestidos y disfraces. Unos llevaban mascaras o caretas de madera u oro, con lágrimas pintadas y todos impetraban a Xué las bendiciones para sus cosechas, el bienestar para sus familias y la prosperidad en sus negocios.

Durante esta festividad se sacrificaban niños, a quienes se daba el nombre de moxas.
Para el sacrificio, se les habría el pecho y así se llevaban a lo alto de la colina  con el fin de que fueran consumidos por el sol. Para que el holocausto fuera bien aceptado por los dioses, era preciso que el moxa fuera absolutamente virgen y puro. Los niños que se preparaban para el sacrificio eran comprados a tribus extrañas o hechos prisioneros en las guerras.

Las costumbres de los sacrificios varió con el empleo, como víctimas, de guacamayas a las que les enseñaban las oraciones de rigor.

LA FESTIVIDAD DEL HUÁN:

Los habitantes de Sogamoso tenían una fiesta que llamaban Huán, en honor a Chiminiguagua, dios creador de la luz. Esta fiesta consistía en una danza de doce sacerdotes con capas rojas, en torno de otro que vestía capa azul, todos con pájaros pequeños en la frente, adornados con guirnaldas. La muchedumbre marchaba, cantando melancólicas endechas que traían a la memoria la muerte y la eternidad. Estas ceremonias fúnebres terminaban cuando todos los participantes prorrumpían en lamentos y lágrimas; entonces, el cacique, para restablecer la alegría, hacia repartir cantaros de chicha.

CULTO DEL AGUA: El agua era otra de las divinidades que mayores beneficios reportaban al hombre y a sus actividades. Ella mantenía en buen estado la salud de las gentes, se brinda para preparar el alimento y fabricar la chicha; al caer sobre la tierra la fecundaba y la hacía producir abundantes cosechas. Todo indio debía darse baños en las quebradas, ríos o lagunas, y arrojar en ellas ofrendas a los dioses. Según la mitología, cerca del agua estaban las ranas, que eran el alimento del sol y las que anunciaban a los hombres el periodo de las lluvias y la iniciación del tiempo seco. Es decir, los tiempos de la siembra y de la recolección.

Tan arraigada estaba tal costumbre que contra ella tuviera que luchar terriblemente los misioneros cristianos, quienes predicaron como pecado la costumbre del baño.

Los principales santuarios eran las lagunas de Siecha, Tena, Ubaque, Guatavita, Iguaque y Tota. Según los cronistas, los más ricos y cariñosos se rendían en sus orillas, al son de alegres músicas y el frenesí de las danzas. Pececillos de oro, preciosas esmeraldas terracotas henchidas de ofrendas y mil primores de la industria indígena, eran arrojados al compás de salmodias de los jeques, “y de los cánticos de la muchedumbre engalanada, en los que se proclamaban las virtudes de la diosa y se rechazan sus leyendas prodigiosas”.

El conocimiento de las ceremonias y solemnidades religiosas en que los chibchas arrojaban joyas, figurillas o pepitas de oro como tributo a sus dioses fue lo que hizo surgir en las mentes de los conquistadores españoles la leyenda de El Dorado, que dio origen a muchas expediciones y fabulosas aventuras.

La aventura de los hijos recién nacidos estaba encomendada al augurio de las aguas: arrojaban a la corriente un flotador empapanado en la leche de la madre; detrás de él salían algunos nadadores quienes debían recuperarlo. Si el flotador daba volteretas antes de haber sido alcanzado por sus perseguidores, se presagiaba mala suerte para el recién nacido; si, por el contrario, era rescatado antes de haberse volcado juzgaban que habría de tener ventura. En este último caso debían celebrar con fiestas el suceso.

LAS FIESTAS PROFANAS

Estas fiestas se celebraban con ocasión de acontecimientos considerados fastos: la terminación de una casa, un matrimonio, el nacimiento de un hijo varón, la recolección de la cosecha, el cambio de estación entre otros.

Las fiestas se celebraban con grandes comidas y bebidas de chicha, en cantidades mayores de las acostumbradas para el consumo diario en ciertas fechas, como en las de cambio de estaciones, en la del maíz, o en los matrimonios, era permitido a todos comer la carne de venado, siempre que mediara la autorización del Soberano. Entre los eventos con que se celebraba el acontecimiento, ocupaban lugar destacado los cursos de destrezas: carreras a pie, lucha individual; saltos alto y largo, juego de tejo y bolos. Muchos de estos certámenes eran presenciados por los caciques y jefes militares, quienes obsequiaban a los vencedores con premios.

Nunca faltaban en estas festividades, la música, las danzas y los cánticos, y en ciertas ocasiones se representaban pantominas.

EL IDIOMA

No se tiene noción precisa acerca de la lengua chibcha, pues las gramáticas que mencionan algunos cronistas no son otra cosa que la transcripción que hicieron los iberos de los sonidos chibchas a la escritura española. Es evidente que los conquistadores en general, y, los religiosos en particular se vieron obligados a aprender el chibcha, pero a su vez aprendieron el español, que se impuso a manera de lenguaje oficial. De esta suerte los indígenas se hicieron bilingües, pero con el correr del tiempo dejaron la lengua nativa, que particularmente despareció durante el siglo XVII.

LAS LEYENDAS

Las leyendas son historias referidas por los pueblos acerca de su origen o de cualquier otro hecho. Las leyendas se diferencian de la historia en que no siempre son verdaderas. Los indígenas tenían muchas leyendas de las cuales éstas son las principales:
Bachué
Bochica
Chía y Xué

VALORES ECONÓMICOS

LA AGRICULTURA: La actividad económica de los muiscas fue variada. Era un pueblo laborioso, para quien la ociosidad constituía un crimen severamente castigado. Su ocupación principal fue la agricultura, a la que se dedicaban por igual hombres, mujeres y niños, reservando a la mujer el privilegio de depositar la semilla en la tierra, pues la había recibido de los dioses el don de la multiplicación de la especie. Sus principales siembras fueron las de papa, maíz, hibias, cubios, chuguas, fréjoles, arvejas, arracacha, tomate, calabazas, ahuyamas entre otros. Cultivaban las curubas, granadillas, cerezas, anones y otras especies.

Tenían animales domésticos, aun cuando no los que pudieran servirles de bestias de carga, de tiro o como auxiliares en sus labores. Cuidaban conejos, curíes, cafuches o cerdos monteses, pavas, paujiles y otras aves de adorno o para alimentación. También fueron cazadores y pescadores muy hábiles.

LA EXPLOTACIÓN MINERA: Los chibchas son una excepción entre los indígenas, en la explotación sistemática de las minas. Trabajaron intensivamente las de sal, carbón, esmeraldas y cobre.

Las primeras fueron explotadas en Zipaquirá, Nemocón, y Sesquilé. Obtenían la sal por medio de la excavación de galerías y empleaban las mismas técnicas que hasta hace poco se utilizaban para la compactación y purificación del producto. La sal servía no solo para el uso doméstico, sino de moneda principal, como mercancía, con la cual hacían intercambio con las tribus vecinas.

En Sogamoso, Tópaga, Gámeza, Corrales y algunos otros lugares que formaban parte del actual departamento de Boyacá, y en Suesca, del hoy departamento de Cundinamarca, los chibchas extrajeron el carbón mineral que necesitaban para fines domésticos, la orfebrería o la preparación de la sal.

Obtuvieron las esmeraldas en las minas de Somondoco y de Muzo. En estas últimas hasta cuando fueron desalojados de la región por los muzos, quienes continuaron la extracción de la gemas, con las cuales a su vez, comerciaron. Extraían el cobre de minas existentes en Moniquirá, pero se ignoraron los procedimientos que emplearon para obtener el metal puro. Lo utilizaron con el oro.

LAS INDUSTRIAS

HILADOS, TEJIDOS Y CERÁMICAS: Los chibchas fueron muy hábiles en el arte de hilar y tejer. Entre las fibras nativas que se utilizaban estaba el fique, del cual fabricaban sogas y telas burdas, empleadas en distintos menesteres, incluyendo el vestido. Pero su principal materia prima fue el algodón que, aun cuando no se producía en los climas altos de la cordillera, se conseguía en los mercados indígenas. La industria textil también fue ocupación tanto de los hombres como como de las mujeres. Utilizaban el huso con mortero, que es un peso que se pone al final del huso para facilitar la labor. El mortero se fabrica con piedra o barro cocido. Conocían el telar y tejían gran variedad de mantas que pintaban con pinceles o con estampadores especiales, hechos de barro cocido, usados a la manera de sellos.
Se distinguieron como hábiles ceramistas, principalmente en la fabricación de vasijas para la cocina, las escudillas o platos para comer, las múscuras o botijas para guardar o transportar el agua y fermentar las bebidas alcohólicas. También hicieron lujosas urnas funerales. Los adornos de la cerámica de este pueblo eran frecuentemente motivos antropomorfos y zoomorfos.
Entre los utensilios de uso industrial se encuentran moldes para la elaboración de panes de sal; crisoles para la fundación de los metales y matrices para el mismo propósito; torteras de hilandería, rodillos para la impresión de relieves y el estampado de las telas.

En los utensilios domésticos imitaban flores y frutos, y adornaban las asas con mascarones y cabecitas de animales o de hombres. Igualmente, sabían emplear sistemas para la aplicación de los colores y para el vidrio de la loza.

EL COMERCIO Y LAS COMUNICACIONES: Los chibchas se caracterizaron como hábiles comerciantes del Nuevo Mundo. Debido a su variada industria, muchas  de las materias primas que necesitaban no se producían en la región o limites políticos de sus dominios. Por tal razón, se vieron obligados a aponerse en contacto con otros pueblos a fin de establecer con ellos intercambio de productos.

Para hacer los largos viajes que implicaba su actividad comercial, los chibchas construyeron una complicada red de vías terrestres que comunicaban las diferentes poblaciones entre sí y los llevaban a los territorios de otras tribus, algunas muy distantes de la sabana. Fueron, pues, ingenieros que se distinguieron en la construcción de caminos. Todo territorio ocupado por ellos estaba cruzado de trochas muy bien concebidas, algunas con simple piso de tierra, otras adoquinadas con piedras, a manera de pavimento. Salvaban los ríos y los abismos por medio de puentes colgantes, que los españoles denominaron miqueras.

El radio de acción comercial de los chibchas era muy extenso. En poblaciones de la que hoy son los departamentos de Cundinamarca y Boyacá había ferias locales para el cambio semanal de comestibles y otras mercaderías. La sal y las mantas se vendían comúnmente en la población de la Tora (Barrancabermeja), en donde las adquirieron los españoles que venían con Jiménez de Quesada y, según informes de los cronistas, llegaron a venderse hasta en las tribus del litoral atlántico. Igualmente, algunos escritores de la Colonia cuentan que, llevadas desde la Sabana de Bogotá, se encontraron mantas de fabricación muisca entre las tribus de los Llanos Orientales, especialmente las ribereñas del rio Orinoco.

Los chibchas usaron monedas, que eran pequeños discos de oro, como de tres centímetros de diámetro y distinto grosor, pues este regulaba su valor. No tenían distintivo de ninguna clase y siguieron usándose muchos años después de la conquista española.



Fuente: historia de Colombia (ediciones cultural)